Una sorpresa en la pared: la historia de un regalo inolvidable

Regalos en forma de mural

Sergio García

4/30/20252 min leer

Hace unas semanas recibí un mensaje de un padre que se topó con uno de mis trabajos mientras paseaba por Barcelona. Me dijo que al ver el mural, se le encendió una idea: quería regalarle a su hijo algo único por su cumpleaños. No un juguete más, ni una pantalla nueva. Quería regalarle una experiencia, un recuerdo, algo que cada día le sacara una sonrisa al entrar a su habitación.

Su hijo, de 12 años, es un auténtico fan de One Piece. Y la idea era clara: quería ver a sus dos personajes favoritos acompañándolo en su día a día, como si formaran parte de su universo personal. Me pareció un planazo.

Diseñé una primera propuesta basándome en los personajes elegidos. Jugamos con los colores, las expresiones, la posición de los cuerpos. El padre me pasó una foto del rincón donde iría el mural: una pared junto a la cama, con espacio justo para algo grande, pero no agobiante. En un primer momento, los personajes quedaban algo encajonados, así que hicimos un par de ajustes. Moví líneas, amplié algunas zonas, y logré que la escena respirara.

Días después, me confirmó: adelante, lo hacemos. Y lo mejor: sería una sorpresa total. El niño no sabía nada.

Coordinamos el horario para que yo pintara mientras él estaba en el colegio. Llegué por la mañana con todo el material listo. Cubrí bien los muebles, encinté las zonas necesarias, y empecé a trazar. Desde el primer momento supe que iba a ser uno de esos trabajos especiales. No solo por lo bien que encajaban los personajes en el espacio, sino por el cariño que se notaba detrás del encargo.

Tardé unas horas en completarlo. Colores vivos, líneas firmes, energía en la mirada de los personajes. Al terminar, limpié todo con cuidado y me fui, dejando la sorpresa bien preparada.

Esa misma tarde, recibí un mensaje del padre. “Ha flipado”, me dijo. “Se ha quedado en silencio, solo mirándolo. Luego no paraba de hablar de lo épico que era tener eso en su habitación. Te has pasado, de verdad. Gracias”.

Esos momentos son los que más valoro de mi trabajo. Saber que lo que pinto no solo decora, sino que emociona. Que un mural puede ser algo más que una imagen bonita: puede ser un recuerdo para toda la vida.

Si tú también estás pensando en hacer un regalo diferente, personal, con alma... quizá esta sea tu señal.


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